El 4 de diciembre de 1997, fecha en que se produjo la Declaración de San Millán de la Cogolla y sus Monasterios de Suso y Yuso como Bienes Culturales Patrimonio de la Humanidad, supuso un antes y un después en la historia de estos lugares.
Todo comenzó el 15 de marzo de 1996, cuando el Consejo Nacional de Patrimonio decidió incluir a San Millán de la Cogolla y a Santa María la Real de Nájera en la lista de 89 solicitudes españolas dispuestas a obtener tan alto reconocimiento mundial.
La propuesta riojana, la candidatura de Suso y Yuso, tal y como fue formulada por el Estado Español y el entonces Ministerio de Educación y Ciencia reconocía “la transregionalidad de San Millán y sus monasterios, con singularidad meritoria para que fuera caso preferente a proponer ante la UNESCO”.
Durante todo el proceso de promoción y documentación de los monasterios emilianenses se percibieron repetidas muestras de aceptación y receptividad. Sin duda, esta fue si no la principal, sí una importantísima consecuencia de la Declaración: el hecho de que la iniciativa riojana lograra involucrar a miles de personas de dentro y de fuera de La Rioja, que sumara ilusiones sin discrepancias y que se aunaran en una sola voz ayuntamientos, empresas, medios de comunicación, universidades, academias, instituciones de todo tipo y un larguísimo etcétera de personalidades y de ciudadanos anónimos que desde los más diversos lugares y países se adhirieron a nuestra causa.
Algo que ha llegado hasta el día de hoy. Durante estos quince años, San Millán de la Cogolla nos ha convocado, nos ha reunido y nos ha unido. No podía ser de otro modo, si pensamos que es una lengua milenaria, nuestra lengua española, la que en estos lugares inició su andadura, la que une a muchos pueblos y a muchas gentes, la que se puso por primera vez en escritura en Suso, la que ahora, pasados los siglos, vuelve a San Millán, a ser estudiada en su Cilengua.
Sin saber si se obtendría el galardón, ya se había fraguado a la Fundación San Millán de la Cogolla. Y luego, conseguido el galardón, este Patrimonio de la Humanidad ha tenido y tiene en la Fundación -como dijo uno de sus principales impulsores, el jarrero Martín Municio- “la conciencia mantenedora de su espíritu, y el cerebro que ha hecho de este sitio guardavela de peligros, de aquellos que ya se preguntaba Pedro Salinas, hace más de medio siglo: «¿Quedaremos, como quien dice, a la orilla del vivir del idioma, mirándolo correr, claro o turbio, como si fuese ajeno?»
San Millán y sus códices pudieron participar en el porvenir de la lengua y hoy miles de años después, quince tras la Declaración, sigue haciéndolo. En 1997 se decía en Nápoles que queríamos hacer de San Millán un centro de visita y de cultura de valor universal. En 2012 todos dicen que San Millán de la Cogolla, su Fundación y su Cilengua, son un referente turístico, cultural y lingüístico.
Hoy revivimos la emoción de hace quince años, la que se puede vivir cada día en el escondido Suso, la que se siente en la magnitud de Yuso, la que se percibe en el moderno Cilengua, la que se vive en el trabajo de la Fundación San Millán de la Cogolla.